Feliz cumple hijo amado,
mi querido Samuelito,
mi cúcuru-duendecito
que a los trece has llegado.
Yo que escribo demasiado
no encuentro el verso mejor.
Pero te va con amor
un beso que llegará
con un mensaje: «papá
es tu fiel admirador».
Y yo mirándote ahora
entiendo cuánto cambiaste,
hablas gordo, te estiraste
cual variable sucesora.
En mi obra soñadora
tu nombre siempre estará.
Cada marzo cantará
un arrurrú majestuoso,
con el ritmo más hermoso
que a tu alma llegará.
Desde esta lejanía
que el destino nos depara,
pedí a Dios que te enviara
bendiciones cada día.
Que la bondad y la alegría
sean tus grandes cualidades.
Y sin más formalidades
de las que pueda escribirte,
solo me queda decirte:
mi Samu, !Felicidades!