«Soy el primero en la fila mami, yo no tengo miedo, voy con todos, no me quedo un bombero no vacila». La tristeza se compila por perder a un combatiente. Y tan joven, uno siente un gran nudo en la garganta, que ni el más fuerte se aguanta llorarte profundamente.
¿Por qué no escribes,-me dicen- sobre el incendio y Matanzas? De aquello no hay semejanzas por mucho que mediaticen. Yo espero se normalicen los llantos y las tensiones. Y no encuentro las razones de nuestra naturaleza, por traernos más tristeza que aclamadas bendiciones.
Yo vi un bombero llorando y a sus camiones quemados, a pilotos muy cansados, a un coronel estibando. Al humo contaminando a la ciudad de los puentes. A jóvenes combatienes, y a ágiles periodistas, a piperos, rescatistas y a cruz-rojas muy valientes.
Y a buena hora una mano amiga venezolana y otra brava mexicana cubrieron cielo cubano. Pues más tarde o más temprano volverá el sol a brillar. Ni del fuego se va hablar ni te tanta jodedera, el cubano es una fiera ¡nos vamos a levantar!