No había quien le ganara a la fuerte aplanadora solo el arma matadora que era el diestro de Guevara. Sin que nadie lo igualara curva, slider y ponchando. Granma lo está recordando en homenaje sincero, porque el astro de Niquero su cumple está celebrando.
Allá en pancarta gigante su foto luce en Bayamo y la afición en su aclamo quiere que vuelva triunfante. En la loma, dominante, muchos triunfos regaló. A Cuba representó y hoy es buen entrenador, brillando con tanto honor que lanzando se ganó.
Tony vive en El Crucero reparto Roberto Reyes, es merolico sin leyes y famoso aguacatero. Recorre Bayamo entero, se levanta bien oscuro. «Tengo aguacate maduro» -grita como corresponde- y la gente le responde: «eso es un peo seguro»
De las lomas del Guatao se los consigue un pariente y él, que es inteligente, los revende el condenao. Con un vagón atestao va al pasito y sin apuro. El Tony es un tipo duro siempre ha sido negociante, va por la calle triunfante con su «Aguacate maduroooo».
¿Y a cómo los vende usted? -le pregunté yo inocente- Los chiquitos son a veinte, los grandes a M-L-C. Entonces no le compraré, tan muy caros compañero. Y fui a contar mi dinero para ver en qué invertir, no hay más na que decidir ¡voy a ser aguacatero!
Cómo a mi barrio olvidar lleno de bulla y pregón, desde dulce hasta un avión de todo puedes comprar. Si pensaron descansar la siesta, allá no vayan. Ni fin de semana fallan vendedores ambulantes, que ya parecen cantantes de lo tanto que lo ensayan.
A las siete el harinero es mi alarma del de pie, luego se escucha: «Caféee» y le sigue un manicero. «Compro oro», «colchonero», «escoba, tinte, estropajo». Un mulato suelta: «ajo», otro ofrece joyería y a joderte el mediodía el «bocadito de helado».
En la esquina matan puercos y echan gallos a pelear, antes de desayunar empiezan esos conciertos. A las cuatro están despiertos los chismosos cederistas. Unos bravos tractoristas, mientras estamos durmiendo, te aceleran sonriendo con placeres terroristas.
Una trulla de chamacos bombardea tus jardines, roban rosas y jazmines con sus juegos demoníacos. Los perros mean los sacos de basura y te los riegan. En tu portal van y juegan gatos, pollos y caninos y a chismosear los vecinos en tu patio se congregan.
Pero aún siendo agitado tiene de alegre también esa calle Eliades Liens de mi pueblo recordado. Su historial es destacado en el siglo veintiuno. En el momento oportuno de mi décima escribir tengo cartas pa decir: como mi barrio ninguno.
Quiero, a la sombra de un ala, en la más alta tribuna darle un ¡Viva! a mi vacuna orgullo de Cuba: Abdala. Su eficacia nos regala un porciento de admirar. Ahora sí se va a acabar ese Covid iracundo y dirá mi patria al mundo ¡conmigo pueden contar!
El puro y yo somos uno estamos del mismo bando cuando Granma está jugando como su apoyo, ninguno. Su abrazo llega oportuno en la victoria o derrota. No hay mejor compatriota para disfrutar el juego que hacerlo junto a tu viejo si le gusta la pelota.
Es el aliado más fiel cuando en la tele hay novela contra mi madre y mi abuela quien se les planta es él. Es un bravo timonel, otro jefe no prefiero. ¿Y saben por qué lo quiero y por qué agradecido estoy? Cuando al estadio yo voy es él quien me da el dinero.
A esos padres peloteros, abuelos, tíos, hermanos y a los amigos cercanos mis cariños más sinceros. Feliz día compañeros desde un invierno bien frío. El mejor verso yo envío, mil elogios dedicar y alegre voy a brindar también por el puro mío.
Un cubano en desespero es rey del experimento y construye con su invento cualquier cosa por dinero. Con sus trucos de ingeniero siempre lejos ha llegado. Dos tubos, un enrollado, una polea y corriente y se logra felizmente una máquina de helado.
No lleva leche, ni grasa, ni mucha azúcar siquiera, te rinde una noche entera sin que salgas de tu casa. Como la fruta es escasa se vende cualquier sabor. Echas a andar el motor, aprietas la palanquita y con la mezcla durita sale un «rizado» mejor.
Recuerdo que en mi recreo -pleno Período Especial- llegaba a «La Tropical» con Jorgito y con Maceo. Quedaba allí, en El Paseo, al lado del Piano bar. Tres chamas a merendar, con un peso en el bolsillo, nos daba pa un panecillo y un frozen para guapear.
A la barquilla un huequito y chupar bien por debajo, estrategia del carajo pero te embarras poquito. Es tremendo negocito digno de reconocer. En Bayamo vi vender hasta frozen de Moringa. Que el ingenio no se extinga ¡No lo podemos perder!
Una quincena enredao los steppers no funcionan, explotan, me encabronan, ¡me tienen acomplejao! Todavía no he terminao y así no puedo avanzar. Creo que me voy a rajar o los tiro pa otra gente porque la papa caliente nos la debemos rotar.
Pregúntenle a Marichal, o al mismísimo Rammel, esos son inventos de él no es un problema casual. «No tienen nada especial» dice siempre de altanero. Imaginarme no quiero cuando lleguen a Q-A con Yanet tan complicá salgo por el noticiero!!!
La cosa pinta bien mal ya no habrá ni entrenamiento y está en riesgo el pasatiempo de la Serie Nacional. Ya se hace hasta habitual cambiar el plan presentado. El Covid se ha agudizado leí en la prensa la nota hay jelengue en la pelota y aún ni ha comenzado.
Ir a una fiesta en Oriente tiene su toque especial y no solo en carnaval, se goza en cualquier ambiente. Hay un fervor en su gente, muy difícil de igualar. Es patrimonio el andar curda por naturaleza y el termito de cerveza nunca nos puede faltar.
El que tiene más dinero con la Cristal alardea y el otro bando guapea su jarra con el pipero. Esa a granel yo prefiero sin espuma y santiguá. Así y todo quedará como aporte cultural y por ser tan especial le pusimos: «Batuquiá».
Si anda cerca un inspector son diez pesos el pepino y si no, como asesino, quiere doce el vendedor. En piquete irá mejor pues se rota la ponina. Casi siempre uno termina bebiendo más con poquito y se comparte el pomito cerquita de la tarima.
El Bosque siempre caliente la «Batuquiá» no se agota y si hay juego de pelota pallá se mueve la gente. Qué gozadera se siente aunque el dinero es escaso. A cada rato yo paso por si un amigo me invita, traigo siempre una jabita y mi pomo por si acaso.
Recuerdo cuando chamaco con diez pesos en la mano llegaba siempre temprano al Barbados con Siriaco. Él llevaba en el sobaco un «rifle» bueno con ron. Y en el último escalón de la grada de primera, formamos la bebedera con tremendo vacilón.
También llega a mi memoria que en esos palcos de alturas se observaban las figuras modelando hacia la gloria. Parecía convocatoria de licras, faldas y shores. Y entre chamas jodedores los piropos se llovían, que ni los viejos seguían a los propios jugadores.
Allá cerca del jardín derecho, en la parte baja, un merolico en ventaja celebraba en su trajín. Mucho hielo y solo un tin de sirope azucarado. Y decía: «Granizado a dos pesos el vasito» era pintura y poquito ¡Qué tipo más descarado!
«Pastelitos de guayaba» decía un tipo legendario, que se iba millonario cuando el juego terminaba. Mucha plata se sacaba también Chicho el Manisero. Era bien farandulero cuando iba pregonando, y si estábamos ganando regalaba el bolso entero.
El estrés se deja en casa al menos por un buen rato se vive un momento grato y bien alegre se pasa. Como deporte traspasa esa pasión desmedida. La pelota es divertida dice el Pachi por la radio: y quien no viene al estadio no sabe lo que es la vida!