Le salió mal la jugada
a Santoya allá en Bayamo
y en camino a su reclamo
vio una puerta atravesada.
Qué puerta mal educada
¡le fue arriba extrañamente!
De testigos mucha gente
pudo ver a ese «demonio»
engañando al patrimonio
en ese estadio de Oriente.
Bien rápido la calmaron
unos bravos carpinteros,
aunque algunos compañeros
otras historias contaron.
En las redes publicaron
que era Santoya el culpable.
Ni el comisario es confiable
por actuar tan fríamente.
¡Ese atleta es inocente
mientras la puerta no hable!
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