Viene mi príncipe enano
con un librito de cuentos
a engraciarme sentimientos
y tomarme de la mano.
Es un pícaro artesano
que entreteje fantasía.
Con su inocente alegría
escribe sobre un papel:
«Para papá, de Samuel»
la mejor carta del día.
Duendecito encantador
un filántropo será,
y en mis décimas está
como eterno inspirador.
Mi libretica de amor
se me llena de aventuras.
Recuerdo sus travesuras
cada día del calendario
y recreo su aniversario
como tiernas escrituras.
Qué travieso y retozón,
¡cuánta gracia le pintaba!
Me gané su carcajada
en más de una ocasión.
Y perretas, un montón,
¿qué niño no da perreta?
Por la bici, o patineta,
o por no querer comer,
había que siempre tener
preparada la chancleta.
«Yo quiero hacerlo otra vez»
dijo Samu a horcajadas
con sus manitos mojadas
y sus ojitos de pez-.
«Y volteretas después,
y me lanzas hacia el techo».
Luego rendido en mi pecho
quedé mirando celoso,
enamorado y dichoso
como padre satisfecho.
Una vez estando en casa
y de visita un amigo
quise brindarle a mi hijo
un traguito en una taza.
-Ya veremos lo que pasa,
escucharé su opinión-
«Mete el dedito campeón,
prueba qué bueno está»
y me dijo: -¡No papá,
los niños no toman ron!-
Toma un gallo del pescuezo
y amarró una lagartija
me mira por la rendija
este vejigo travieso.
No se duerme sin el beso
y despierta muy temprano.
Qué jodedor es mi enano
fanático al celular
él solo piensa en jugar
aunque le duela la mano.
Pequeñuelo vanidoso
a la historia le hace drama.
El día quince engalana
a tu marzo prodigioso.
Heredero cariñoso,
de la casa el hombrecito.
Aquí te va mi besito
para verte sonreír
y el mundo pueda decir:
Feliz Cumple Samuelito.
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