Mató una gallina André
pensando en una comida
peló especias y enseguida
cocinó un buen fricasé.
Nunca imaginaba que
fuera un rollo el repartir.
Comenzaron a exigir
las postas como subasta
y aunque el socio es entusiasta
no sabía como cumplir.
«Para mi niña un muslito,
que ella no come otra cosa»,
dijo tía Cacha nerviosa
marcando bien tempranito.
Y también pidió Orlandito
el otro muslo del plato.
«Ese es mío hace rato»
– salió Heidy reclamando –
«No te sigas embullando
y refresca el arrebato».
«Mi pechuga..!»- dijo el viejo –
«A mí me dio la Coví!».
Osley: «Y el encuentro a mí,
yo casi nunca me quejo».
Y aunque se vio disparejo,
el otro fue pa Fernando.
Las patas se están usando
en sopa pal hospital,
porque Jorgito está mal
(el dengue lo está matando).
La hermanita de crianza
se embulló en hacer croquetas:
«Quiero las alas completas
que con menos no me alcanza».
Guillermito con confianza
fue a buscar en la salsita.
Y saltó la tía Carmita
en el medio del molote:
«No te lleves el cocote
es mi posta favorita».
Las vísceras no quedaron
tampoco hicieron el cuento,
las volaron al momento
y ni a la mesa llegaron.
El hígado se robaron
y solo se oyó la queja.
Lemna quiso la molleja
sin siquiera estar cocida,
ella siempre precavida
dando alante (moraleja).
Cuando todo se acabó
y las sobras recogieron,
dos hermanas discutieron
por eso que allí quedó.
Hasta Toqui reclamó
él que no sabe ni hablar:
«No se vayan a antojar
de mis huesitos ahora,
que soy yo quien los devora
casi siempre al terminar».
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