Cuando la luz de este mundo
fundió en mi piel su color
busqué celoso su olor
y lo encontré en un segundo.
Sentí ese calor profundo
que de mí jamás se irá.
Ese recuerdo estará
marcando mi nacimiento
que en mi primer sentimiento
ahí estaba mi mamá.
En mis llantos mañaneros,
frente a cada enfermedad,
me curaba con bondad
mis dolores pasajeros.
Guió mis pasos primeros
que ella nunca olvidará.
Mi canción la nombrará,
esa, de cuando niño,
que expresará con cariño:
ahí estaba mi mamá.
En mi acné y en mi progreso,
en mi sana adolescencia
protegiendo la inocencia
de mi destino travieso.
Sin flaquear y sin receso
mi ser la recordará.
Y en mis cuadernos dirá,
rindiéndole pleitesía,
que en el joven que crecía
ahí estaba mi mamá.
Cuántas noches no durmió
mi enfermera y profesora,
la amiga y la protectora
que tanto apoyo me dió.
La que conmigo lloró
y siempre en mí confiará.
Mi vida le pagará
y guardaré con honor,
que cuando me hice mayor
ahí estaba mi mamá.
El mayo se hace pequeño
para expresar gratitud,
al decoro y la virtud
que ella teje con empeño.
Yo la veo en cada sueño,
en mi historia reinará.
Cada día que pasará,
-y en mis versos lo aseguro-
que en mi presente y futuro
siempre estará mi mamá.
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