Qué martirio en la primaria
vivimos la muchachera,
les hablo de la piojera
que llegó hasta secundaria.
Esa era lucha diaria,
y tremendo desafío.
Cierto que se armaba el lío
si la seño revisaba
y si en uno demoraba
¡húyele que está cundío!
Se ponía a revisar
peliando con sus enojos:
¡El niño que tenga piojos
al aula no puede entrar!
La pobre María Pilar
nunca temprano salía.
Maye, Dayanis, Thalía,
Carricarte igual cogió,
ni el mulato se salvó
hasta Cedeño tenía.
Toda pócima probada
¿qué no inventaba el cubano?
Luz brillante con lindano
y cabeza empavesada.
Toda el aula contagiada
y madres a revisar.
Quedó para recordar
como lema de estudiante:
que el piojo ya es integrante
del patrimonio escolar.
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