Vio complicado a su hijo
que en una cama moría,
con fuerzas que no tenía
mirando al cielo se dijo:
A ti Virgen, me dirijo
por tu poder y mi fe.
Esta promesa te haré:
«Si le quitas sus dolores,
a pie, cargado de flores,
hasta El Cobre llegaré».
Y la todopoderosa
Virgen de la Caridad,
con su espiritualidad
mandó su luz más hermosa.
Se proyectó milagrosa
y radiante en un altar.
Venció ese hijo de Omar
aquella cruel recaída,
recuperando su vida
y volviendo a respirar.
Así fue como en enero
una década después –
hizo una cruz en sus pies,
el valiente misionero.
Partió de suelo habanero
un sábado tempranito.
Con el gesto más bonito
cual Mesías solidario,
puso ruta hacia el santuario
empujando su carrito.
Y en cada paso que daba
el famoso peregrino,
iba sembrando el camino
con las flores que llevaba.
La estampita que cargaba
en su andar lo bendecía.
Y aunque el cuerpo le dolía
por lo tanto caminar,
no se iba a quebrantar
y a su meta llegaría.
Que la Virgen te ilumine
el camino Omar Quintero,
que sea grato tu sendero
y esa misión bien culmine.
Que tu historia se adoctrine
como piedra en crucifijo.
Guarda bien el regocijo,
que aunque te cause dolor,
ha sido el acto de amor
más lindo para tu hijo.
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