Esos tigres majaderos
hambrientos allá en su casa,
dieron «cabillas» en masa
a mis caballos guerreros.
Congelados los maderos
alazanes este día.
Y Cedeño que salía
con su estampa moribunda
sacó un flaicito a segunda
y alargó nuestra agonía.
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Esos tigres majaderos
hambrientos allá en su casa,
dieron «cabillas» en masa
a mis caballos guerreros.
Congelados los maderos
alazanes este día.
Y Cedeño que salía
con su estampa moribunda
sacó un flaicito a segunda
y alargó nuestra agonía.
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