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Mi barrio…

Cómo a mi barrio olvidar
lleno de bulla y pregón,
desde dulce hasta un avión
de todo puedes comprar.
Si pensaron descansar
la siesta, allá no vayan.
Ni fin de semana fallan
vendedores ambulantes,
que ya parecen cantantes
de lo tanto que lo ensayan.

A las siete el harinero
es mi alarma del de pie,
luego se escucha: «Caféee»
y le sigue un manicero.
«Compro oro», «colchonero»,
«escoba, tinte, estropajo».
Un mulato suelta: «ajo»,
otro ofrece joyería
y a joderte el mediodía
el «bocadito de helado».

En la esquina matan puercos
y echan gallos a pelear,
antes de desayunar
empiezan esos conciertos.
A las cuatro están despiertos
los chismosos cederistas.
Unos bravos tractoristas,
mientras estamos durmiendo,
te aceleran sonriendo
con placeres terroristas.

Una trulla de chamacos
bombardea tus jardines,
roban rosas y jazmines
con sus juegos demoníacos.
Los perros mean los sacos
de basura y te los riegan.
En tu portal van y juegan
gatos, pollos y caninos
y a chismosear los vecinos
en tu patio se congregan.

Pero aún siendo agitado
tiene de alegre también
esa calle Eliades Liens
de mi pueblo recordado.
Su historial es destacado
en el siglo veintiuno.
En el momento oportuno
de mi décima escribir
tengo cartas pa decir:
como mi barrio ninguno.

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Publicado enMisceláneas

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