Casi siempre cuando chama, superhéroes uno tiene y en la mente lo mantiene con su anécdota y su fama. Hoy te vi en el fotograma allí posando, Israel. Con ese nombre, no es él, pues su mayor atributo es su historia, es Tenuto, la leyenda en tiempo aquel.
Al montar mi bicicleta mis primitos me aplaudían, «levanta gomas», decían en aquella plazoleta. Yo me sentía un atleta con un dominio absoluto. «Ya tenemos sustituto», -ese recuerdo me encanta- ¡Levanta primo, levanta como lo hacía Tenuto!».
«El ampalla nos jodió» -dijo Santana berriao- «Taba al medio, fue ponchao, todo el estadio lo vio». Ganaderos nos ganó con marcador abultado. Aunque inverso el resultado tuvo al menos emoción, porque el Gumer dio el jonrón -que Danel Castro no ha dado-
Con dolores de barriga se jugó ayer en el Guaso, ese buffet fue un bombazo, todavía se investiga. Sigue muy bien en la Liga el pitcher César García. Se pasó pal otro día el segundo que tocaba y, de comida, guayaba verde se sugería.
Leandro que amaneció con la curvita malvada, les repitió la lechada y otro juego se ganó. Agricultores llegó a diez juegos enseguida. La afición va complacida, cada estadio se abarrota, pues quien no va a la pelota ¡no sabe lo que es la vida!
A las 6 de la mañana Chencha siempre se levanta, sin «asiarse» ella se planta pegadita a la ventana. Tiene dotes la paisana de captar todo el ambiente. Sin internet ni corriente cumple el rol de vigilante, su curriculo es brillante despellejando a la gente.
«Pipo tiene una querida», «a Yaque le dieron carro» «no es su hijo, es un tarro» «mi compay anda en movida». Pasa el tiempo entrometida, es un noticiero andante. No queda vivo el amante, el negocio o la pelea, sin que la vieja lo vea desde un palco bien alante.
Si la vieran desplayada hablando hasta por los codos de los vecinos, de todos, sin sentimientos ni nada. Fue elegida diputada que atiende el control interno. Ya se pelió con su yerno y no lo quiere tratar, porque salió a protestar hablando mal del gobierno.
Echó palante a Pedrito que revendía el jabón y hasta habló mal de Gastón cuando alquiló su cuartico. Aparece al momentico con todito su esplendor. Dice el Jefe de Sector que es tan eficiente ella, que el guión de Tras la Huella con Chencha sale mejor.
Es la doña una figura de la cuadra y de la zona, hoy le gritan: «chismozona» mas no coge calentura. El karma pasó factura, tuvo Chencha un problemón: En los días del ciclón se le cayó su ventana y ha pasado la semana entera sin conexión».
-Tome mijo, veinte pesos, pa que compre «durofrío». Vaya a la esquina tendío que le vendan muchos de esos. Con lo que sobre, unos quesos y unas barras de maní. Y vuelva, lo espero aquí con el vuelto, que es bastante, no quiero ningún faltante que mucha plata hay ahí.-
– Ay no me jodas mi tío, veinte pesos no me alcanza, ya con eso nadie avanza ¡veinticinco un durofío¡ No se ve en el barrio mío nada que cueste barato. No nos queda ni el retrato de las meriendas de a peso, estamos en retroceso y embarcados hace rato.
Los merolicos te explican que son leyes del mercado. En Bayamo hasta el helado si lo compras, te la aplican. Sube el precio y justifican que el culpable es el bloqueo. Tú sabes lo que yo creo, -y esta idea sí promete-, mejor yo cojo el billete y se lo llevo al museo.
Ya llegó la caravana con nuestro equipo glorioso y en Bayamo, jubiloso, todo el pueblo se engalana. Salieron hoy de La Habana con el triunfo prometido. Se luchó en cada partido, nuestra afición disfrutó, y allí en la Plaza esperó a su campeón aguerrido.
Pica Pica en el estrado dijo en nombre de los potros: «sigan creyendo en nosotros que el equipo está inspirado» Viajó Martí emocionado en toda la trayectoria. Y en el medio de la euforia le dio un beso a su mamá que en su casa siempre está celebrando su victoria.
Los monarcas le metieron otro jueguito al León Roel Santos dio jonrón y en la tabla más subieron. Cuatro viejos se jodieron de un infarto en los finales. Pues los bravos Industriales la tomaron con Santana, dando palos y macana para animar sus parciales.
Vamos por seis enrachados jugando bien en Bayamo, hasta la gente de Guamo fue temprano pal Barbados. Hay caballos alistados para el Jueguito de Estrellas. Relucirán las más bellas banderolas del oriente, pues parte de nuestra gente allí dejarán sus huellas.
Fabré le canta a la gente y ¿quién le canta a Fabré? Unas décimas le haré a ese sonero de Oriente. Es un arte diferente pero nos une la rima. Improvisando él me anima por su clara inteligencia y el sabor de su presencia cuando sube a la tarima.
Cuando ese negro amanece arrollando con su orquesta, suena más rica la fiesta que todo el pueblo merece. Y es que cantando enloquece al público en la parranda. No hay que darle propaganda él solo enciende la pista porque a ese hijo de Sixta no le hace falta ni banda.
«Aló Baby», «El Apagón», «La habana quiere guarachar…», «Guayabita del Pinar» «Juana» y «Coge el Camarón». «La cena del familión», «Ula-Ula», «El barrendero». A Fidel: «Estoy entero», «Tate tranquilo, «Charará», «La niña quiere Cha-Cha-Chá», «Volverás» y «Ole torero».
«Viriato», «La garantía», «Cántale tú Barbarito», «No seas travieso Candito», «Una mujer policía», «La del barrio o María», «La última», «Fabré llegó», «Yutong», «Me lo llevaron tó» y «La negra de Macuto» son temas que yo disfruto y que ese grande cantó.
Éstas décimas le pude dedicar como poeta, que le llegue mi tarjeta y algún día me salude. Espero alguien me ayude (yo soy un tipo de ley). Iré en vuelta de El Caney a ver si veo a Fabré pa decirle que encontré su «Sombrero de yarey».
Andaba medio fachao y me llegué al Paradero, para gastar mi dinero en pizzas con macho asao. Allí las vende El Jabao que es un tipo campechano. No hay timbirichi cubano que tenga tanto nivel como el del socito aquel en el centro de Bayamo.
Bajé por Antonio Saco buscando algo de beber, (es que soy de buen comer a pesar de que estoy flaco) Encontré un afrodisíaco batidito de zapote. Allí me embarré el bigote tomándome dos vasitos, con algunos pastelitos para que el gusto se note.
Me colé en el Mercadito -siendo ésta buena tienda- para echarme una merienda y calmar ese apetito. Un refresco de pomito con diez pesos resolví. Y al rato cuando salí me llegué a La Croquetera, donde vacié mi cartera por lo que allí me comí.
Un vendedor de algodón en la esquina del paseo aprovechaba el recreo haciendo plata un montón. Y le dije: Muchachón, ¿me haces uno bien bueno? Y con el vasito lleno de azúcar multicolor, echó a andar el motor de ese negocio tan pleno.
Confiando en la barriguita -sabiendo que era mi embarque- llegué a la esquina del parque a comerme una rosquita. Luego marqué en la colita para comprarme un helado. Y esperando allí sentado mientras el «buque» venía, el menudo que tenía me lo gasté en granizado.
Almorcé en el Bar Pedrito lo mejor de ese menú, y a la vuelta me eché un prú bajando por Capotico. Me pasé un día bien rico y me di tremenda hartá. Llegué a casa y mi mamá me esperaba con cariño: -Dale báñate mi niño, que ya la comida está.
A Felito el casabero lo conozco hace un montón, de los Chávez de El padrón cerquita de El Cebadero. Es famoso pregonero vendiendo tortas de antaño. Se hace rico en fin de año porque, como ya se sabe, el puerco asao con casabe casi nunca te hace daño.
Me dicen que ese negocio cogió valor hace poco y Felito que es un loco no tiene siquiera un socio. Sin el tiempo para el ocio ha prosperado muy bien. Pone yuca en el burén todita la madrugada y va en su bici atestada con dos pilitas de a cien.
Siempre llega por mi casa a venderme unas tortitas: -Ponle arriba unas masitas de carne sin mucha grasa. No repugna, es lo que pasa y hace buena digestión- Yo le rimo una canción: «Cuando ases un puerquito, compra siempre un casabito pa seguir la tradición».