Después de la borrachera
que en una feria cogimos,
al otro día nos fuimos
de viaje por carretera.
Sin dormir y a la ligera
salimos para un campismo.
Fundido por mi alcoholismo,
medio muerto de resaca
no me dio tiempo hacer caca
y agarré viaje así mismo.
Pa qué contar esa historia
de marcado sufrimiento,
sudando frío en tormento
todita la trayectoria.
Mal recuerdo en mi memoria
por tranquilo que se diga.
Con mi tripa de enemiga
haciendo caro el pasaje:
fue una tortura ese viaje
con dolores de barriga.
Ni con la brisa fresquita
que entraba por las ventanas
se apaciguaban las ganas
de esa flojera maldita.
Y con calma la guagüita
sin querer colaborar.
Yo loco por evacuar,
hasta mis piernas temblaban
y unas viejas me miraban
loquitas por preguntar.
-Mijito, piensa en el mar
y respira bien profundo-
Y yo medio moribundo
que no podía ni hablar.
-Estamos casi al llegar
nada más falta un poquito-
Aproveché un bachecito,
y en esfuerzo sobrehumano,
alivié como cubano
disimulando un peíto.
-Dame un chance bajo el puente
asere, que me reviento-
No doy detalles del cuento
por no quedar de indecente.
Sin que mucho lo argumente
esa zona la cerraron.
Al poblado lo evacuaron
después que allí descargué
y un «recuerdo» allí dejé
que hasta en Feibu me sacaron.
Hoy me doy chucho y me río
pero bien mal la pasé,
ni de temba olvidaré
aquel viajecito mío.
Describí ese desafío
como en décimas lo hago.
Ese fue un momento aciago
-una mala travesía-
con el recuerdo en el día
que por poquito me cago.
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