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Categoría: Misceláneas

Nandita y su canal

Mira a la niña Nandita
que ya tiene su canal,
de alcance internacional
¡Como está La Guajirita!
No olvido mi cancioncita
que ella le puso su arte.
Mucho gusto en ayudarte,
todo el pueblo está contento
apoyamos tu talento:
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El nasobuco

El nasobuco hoy va a ser
no solo una protección,
sino más que salvación
al de no buen parecer.
Detrás se puede esconder
cualquier defecto o tabú.
El narizón o el bocú,
hasta el feo de nacimiento,
nos cuida del mal aliento,
o la impresión de un dientú.

Al que se come los mocos
le pone freno a su idea
y al que tenga quijá fea
le dan apodos muy pocos.
Hay ciudadanos bien locos
que usan dos a su manera.
Se cubren la cara entera
para ocultar sus detalles,
se hacen selfies en las calles
y se ven feos comoquiera.

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La bendición de Fabré

¡Un sueño grande cumplido!
Cándido me saludó.
Y un cariño me envió
como a Dios le había pedido.
Es un regalo que ha sido
un amuleto a mi aché.
Desde este día seré
el poeta más dichoso
que guardará bien celoso
la bendición de Fabré.

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Babalú Ayé

Fue Cristo y resucitó
a Lázaro al cuarto día
y dijo a Marta y María:
«su hermano nunca murió».
Y Betania se alegró
viendo a su santo volver.
Volvió fuerte para ser
el obispo de Kitión
de aquella resurrección
que marcó el amanecer.

En otra historia él era
un indigente leproso,
con heridas y andrajoso
sin una manta siquiera.
Destinado a una cojera
que al andar lo destruían.
Unos perros que comían
las frutas que le tiraban,
en las calles lo cuidaban
y sus llagas le lamían.

Orula a Babalú Ayé
muchas mujeres contó
y hasta Ochún lo abandonó
por irrespeto a su fe.
Estuvo enfermo hasta que
Olofi le dio el perdón.
El santuario del Rincón
a sus fieles hoy invita
a ponerle una velita
y brindarle devoción.

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El ovejo celoso…

El ovejo me escribió
que estaba medio celoso:
«No quiero ser tan chismoso,
mi carne también subió».
En fin de año igual yo
participo en el caldero.
Décimas también yo quiero
en este espacio oportuno,
pues no estaré el treinta y uno
pero sí en el día primero».

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Fricasé de gallina

Mató una gallina André
pensando en una comida
peló especias y enseguida
cocinó un buen fricasé.
Nunca imaginaba que
fuera un rollo el repartir.
Comenzaron a exigir
las postas como subasta
y aunque el socio es entusiasta
no sabía como cumplir.

«Para mi niña un muslito,
que ella no come otra cosa»,
dijo tía Cacha nerviosa
marcando bien tempranito.
Y también pidió Orlandito
el otro muslo del plato.
«Ese es mío hace rato»
– salió Heidy reclamando –
«No te sigas embullando
y refresca el arrebato».

«Mi pechuga..!»- dijo el viejo –
«A mí me dio la Coví!».
Osley: «Y el encuentro a mí,
yo casi nunca me quejo».
Y aunque se vio disparejo,
el otro fue pa Fernando.
Las patas se están usando
en sopa pal hospital,
porque Jorgito está mal
(el dengue lo está matando).

La hermanita de crianza
se embulló en hacer croquetas:
«Quiero las alas completas
que con menos no me alcanza».
Guillermito con confianza
fue a buscar en la salsita.
Y saltó la tía Carmita
en el medio del molote:
«No te lleves el cocote
es mi posta favorita».

Las vísceras no quedaron
tampoco hicieron el cuento,
las volaron al momento
y ni a la mesa llegaron.
El hígado se robaron
y solo se oyó la queja.
Lemna quiso la molleja
sin siquiera estar cocida,
ella siempre precavida
dando alante (moraleja).

Cuando todo se acabó
y las sobras recogieron,
dos hermanas discutieron
por eso que allí quedó.
Hasta Toqui reclamó
él que no sabe ni hablar:
«No se vayan a antojar
de mis huesitos ahora,
que soy yo quien los devora
casi siempre al terminar».

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Cándido Fabré

Fabré le canta a la gente
y ¿quién le canta a Fabré?
Unas décimas le haré
a ese sonero de Oriente.
Es un arte diferente
pero nos une la rima.
Improvisando él me anima
por su clara inteligencia
y el sabor de su presencia
cuando sube a la tarima.

Cuando ese negro amanece
arrollando con su orquesta,
suena más rica la fiesta
que todo el pueblo merece.
Y es que cantando enloquece
al público en la parranda.
No hay que darle propaganda
él solo enciende la pista
porque a ese hijo de Sixta
no le hace falta ni banda.

«Aló Baby», «El Apagón»,
«La habana quiere guarachar…»,
«Guayabita del Pinar»
«Juana» y «Coge el Camarón».
«La cena del familión»,
«Ula-Ula», «El barrendero».
A Fidel: «Estoy entero»,
«Tate tranquilo, «Charará»,
«La niña quiere Cha-Cha-Chá»,
«Volverás» y «Ole torero».

«Viriato», «La garantía»,
«Cántale tú Barbarito»,
«No seas travieso Candito»,
«Una mujer policía»,
«La del barrio o María»,
«La última», «Fabré llegó»,
«Yutong», «Me lo llevaron tó»
y «La negra de Macuto»
son temas que yo disfruto
y que ese grande cantó.

Éstas décimas le pude
dedicar como poeta,
que le llegue mi tarjeta
y algún día me salude.
Espero alguien me ayude
(yo soy un tipo de ley).
Iré en vuelta de El Caney
a ver si veo a Fabré
pa decirle que encontré
su «Sombrero de yarey».

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Manzanillo

Qué bueno ese Manzanillo
con su elegante glorieta,
su Pinilla y su liseta
y el malecón tan sencillo.
El Benny le da más brillo
con su estatua frente al mar.
Y sirenas que al posar
sus bellezas nos cautivan,
porque al verlas nos motivan
y nos hacen regresar.

En La Concha disfruté
unos lindos carnavales,
en agosto en sus finales
bastante que allí bailé.
Tiene tarima el Fabré
donde canta «El apagón».
El mejor coctel de ostión,
los tamales y el pescado,
y cajitas de enchilado
de langosta y camarón.

Su Demajagua gloriosa,
perla del Golfo oriental,
casa de «La original»
con la que su gente goza.
Cuna de gente famosa
como Puebla el cantautor.
Y el órgano da color
a ese pueblo que yo amo,
porque junto al de Bayamo
es de Granma lo mejor.

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Andaba medio fachao…

Andaba medio fachao
y me llegué al Paradero,
para gastar mi dinero
en pizzas con macho asao.
Allí las vende El Jabao
que es un tipo campechano.
No hay timbirichi cubano
que tenga tanto nivel
como el del socito aquel
en el centro de Bayamo.

Bajé por Antonio Saco
buscando algo de beber,
(es que soy de buen comer
a pesar de que estoy flaco)
Encontré un afrodisíaco
batidito de zapote.
Allí me embarré el bigote
tomándome dos vasitos,
con algunos pastelitos
para que el gusto se note.

Me colé en el Mercadito
-siendo ésta buena tienda-
para echarme una merienda
y calmar ese apetito.
Un refresco de pomito
con diez pesos resolví.
Y al rato cuando salí
me llegué a La Croquetera,
donde vacié mi cartera
por lo que allí me comí.

Un vendedor de algodón
en la esquina del paseo
aprovechaba el recreo
haciendo plata un montón.
Y le dije: Muchachón,
¿me haces uno bien bueno?
Y con el vasito lleno
de azúcar multicolor,
echó a andar el motor
de ese negocio tan pleno.

Confiando en la barriguita
-sabiendo que era mi embarque-
llegué a la esquina del parque
a comerme una rosquita.
Luego marqué en la colita
para comprarme un helado.
Y esperando allí sentado
mientras el «buque» venía,
el menudo que tenía
me lo gasté en granizado.

Almorcé en el Bar Pedrito
lo mejor de ese menú,
y a la vuelta me eché un prú
bajando por Capotico.
Me pasé un día bien rico
y me di tremenda hartá.
Llegué a casa y mi mamá
me esperaba con cariño:
-Dale báñate mi niño,
que ya la comida está.

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Felito el casabero

A Felito el casabero
lo conozco hace un montón,
de los Chávez de El padrón
cerquita de El Cebadero.
Es famoso pregonero
vendiendo tortas de antaño.
Se hace rico en fin de año
porque, como ya se sabe,
el puerco asao con casabe
casi nunca te hace daño.

Me dicen que ese negocio
cogió valor hace poco
y Felito que es un loco
no tiene siquiera un socio.
Sin el tiempo para el ocio
ha prosperado muy bien.
Pone yuca en el burén
todita la madrugada
y va en su bici atestada
con dos pilitas de a cien.

Siempre llega por mi casa
a venderme unas tortitas:
-Ponle arriba unas masitas
de carne sin mucha grasa.
No repugna, es lo que pasa
y hace buena digestión-
Yo le rimo una canción:
«Cuando ases un puerquito,
compra siempre un casabito
pa seguir la tradición».

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