Fue a la bodega Martín, pues trajeron el café, y según lo que escuché formó la de San Quintín. Que el paquete vino sin la etiqueta acostumbrada. Nunca se queja de nada, pero esta vez lo jodieron, pues con la venta le hicieron tremenda mariconada.
Y explicaba el bodeguero que el problema era de arriba que tome fotos y escriba y lo sepa el mundo entero. -¡Me devuelves el dinero, y basta ya de relajo!- Sin pasar mucho trabajo tomó un paquete y lo abrió y en público demostró que no es café ni un carajo.
Nos tocaba pastorear un buen día en el Silberto, en esas tardes de huerto que íbamos a trabajar. Seis toros para cuidar y una mulita cerrera. Y el «niño» con su loquera, quiso hacerse el del rodeo y no duró en el torneo ni dos minutos siquiera.
A un murito la arrimé -hablando de aquella mula- la bicha se puso fula cuando montarla intenté. Al cocote me agarré ¡quién me lo iba a decir! Esa bestia al presentir y al ver mi cara asustá, me ha dao una revolcá difícil de describir.
Ivancito iba conmigo tremendo susto se dio y Mailín también gritó quien fue la otra testigo. Tremendo susto les digo hasta tiemblo por contarlo. Montar mulas, ni soñarlo, y sabiéndolo declaro, que soy nieto de Genaro y ese truco, ni intentarlo!
Yo siempre fui cabezón desde que era chiquito y al ser también tan flaquito era peor la cuestión. Resalté en la formación con mi guámpara gigante. Si me ponían delante no veían los del fondo porque este coco redondo tapaba vista bastante.
Mi madre pasó trabajo dando a luz a esta criatura y en la herida, la sutura fue más larga quel carajo. Yo era foco del relajo: «Willy», «Bolo», «Cabezón». Hasta tuve una canción, la de «Pepe cabecita» y tan grande mi gorrita que le cabía un melón.
Ni en los cumples me servían las caretas que me daban, los pulóveres no entraban y ni pelarme querían. En el «verde» me ponían de arma secreta oficial. Que algo sobrenatural en mi chopo yo tenía y que a futuro sería muñecón de carnaval.
Y es que en mi familia veo de donde viene este don: El Pantoja es cabezón, patiflaco y medio feo. Y aunque en parte yo lo creo me comporto indiferente. Vivo feliz y sonriente, -tal vez esto me conviene- pues quien más cabeza tiene siempre es más inteligente.
En mi casa cuando chama vendieron Prú oriental que lleva el nombre y aval de «Coca Cola cubana». Mi madre cual campechana tenía fórmula secreta: Mezclaba en una cubeta bejuco indio y raíces, pimienta pa los matices y un poco de azúcar prieta.
En botellas de cerveza un rato al sol se ponían, efervescencia cogían así por naturaleza. Fuimos de la «realeza» con ese prú tan genial. Un gaseado sin igual, que con un pan con aceite, nos daba mejor deleite que un MacDonald imperial.
Pasó Fela Carballosa -la que atiende los deportes- recogiendo los aportes para empezar la caldosa. Y fíjense si es dichosa casi tres jabas llenó. Hasta Yunaika entregó, ella que no es comunista, como apoyo cederista al plan que se organizó.
Mucho fongo y calabaza, dio la gente lo que pudo -Yo voy orita y ayudo- dijo Tere desde casa. Marlenis dio su terraza, y Silvia puso un cartel. Y dijeron que Yankiel, ahora que es diputado, leerá el comunicado como siempre lo ha hecho él.
Marisel que estaba atenta pasando lista a la gente bailó con el presidente y se veía contenta. Ana Julia llevó menta, croquetas y pastelitos. Criticaron a Carlitos porque nunca un peso dio fue a la fiesta y se llevó de caldosa dos jarritos.
Salió como se quería no faltó ni el apagón ya estaba listo el mechón porque eso ya se sabía. Un bafle de batería con Fabré y la Original. Y como ya es habitual se amanece con Hilario con trabajo voluntario como dice en el mural.
Salió Albertico berriao echando «guinga y fogones»: -Toy hasta aquí de apagones me tienen medio obstinao. Mi mujer no ha cocinao ni teniendo una arrocera. Y anoche la mosquitera casi me desangran vivo Según dicen, el motivo es rotura en la Guitera-
José el de la guarapera, fue a la empresa ya cabrón pues por tanto quitipón se le jodió la nevera -La cosa es en Cuba entera-, dijo Baby mi vecina. Le di el pésame a Sabina que casi llorando ayer sin luz se le echó a perder la leche de su sobrina.
Hasta la chopi cerraron porque sin aire, imposible, y no queda combustible para el «Grupo» que donaron. -Ni en la radio lo anunciaron no convencen las razones. Hay diversas opiniones en cada circunscripción se ha puesto la situación que le ronca los sazones.
Qué martirio en la primaria vivimos la muchachera, les hablo de la piojera que llegó hasta secundaria. Esa era lucha diaria, y tremendo desafío. Cierto que se armaba el lío si la seño revisaba y si en uno demoraba ¡húyele que está cundío!
Se ponía a revisar peliando con sus enojos: ¡El niño que tenga piojos al aula no puede entrar! La pobre María Pilar nunca temprano salía. Maye, Dayanis, Thalía, Carricarte igual cogió, ni el mulato se salvó hasta Cedeño tenía.
Toda pócima probada ¿qué no inventaba el cubano? Luz brillante con lindano y cabeza empavesada. Toda el aula contagiada y madres a revisar. Quedó para recordar como lema de estudiante: que el piojo ya es integrante del patrimonio escolar.
Después de la borrachera que en una feria cogimos, al otro día nos fuimos de viaje por carretera. Sin dormir y a la ligera salimos para un campismo. Fundido por mi alcoholismo, medio muerto de resaca no me dio tiempo hacer caca y agarré viaje así mismo.
Pa qué contar esa historia de marcado sufrimiento, sudando frío en tormento todita la trayectoria. Mal recuerdo en mi memoria por tranquilo que se diga. Con mi tripa de enemiga haciendo caro el pasaje: fue una tortura ese viaje con dolores de barriga.
Ni con la brisa fresquita que entraba por las ventanas se apaciguaban las ganas de esa flojera maldita. Y con calma la guagüita sin querer colaborar. Yo loco por evacuar, hasta mis piernas temblaban y unas viejas me miraban loquitas por preguntar.
-Mijito, piensa en el mar y respira bien profundo- Y yo medio moribundo que no podía ni hablar. -Estamos casi al llegar nada más falta un poquito- Aproveché un bachecito, y en esfuerzo sobrehumano, alivié como cubano disimulando un peíto.
-Dame un chance bajo el puente asere, que me reviento- No doy detalles del cuento por no quedar de indecente. Sin que mucho lo argumente esa zona la cerraron. Al poblado lo evacuaron después que allí descargué y un «recuerdo» allí dejé que hasta en Feibu me sacaron.
Hoy me doy chucho y me río pero bien mal la pasé, ni de temba olvidaré aquel viajecito mío. Describí ese desafío como en décimas lo hago. Ese fue un momento aciago -una mala travesía- con el recuerdo en el día que por poquito me cago.
De luto nuestra nación un grande se nos ha muerto descansa en paz Adalberto el Caballero del son. Siempre bailo la canción que te escuché aquella noche. Bayamo guarda con broche de oro tu gran carrera y el pueblo siempre te espera para pasear en un coche.
De luto nuestra nación un grande se nos ha muerto descansa en paz Adalberto el Caballero del son. Siempre bailo la canción que te escuché aquella noche, cuando cerraste con broche de oro aquel festival de Bayamo en carnaval donde paseaste en un coche.
Allí en la cola del pollo se vive cada locura, es que está en nuestra cultura vivir del brete y el rollo. No habrá mucho desarrollo mas sí comunicación. Es que la cola es reunión, foro, peña o asamblea y aunque usted no se lo crea pasa el rato en diversión.
Allí mismo me contaron de la boda de Pedrito que siendo buen muchachito bien rápido lo dejaron. De las cosas que robaron en la tienda de la esquina. De la bronca de Cristina con la hermana de Vicente y del «letrero» del frente del solar de mi vecina.
Vive sonriente el colero que del pueblo se aprovecha con su descaro cosecha facilito su dinero. El hijo del carnicero con el hielo da una mano. Con su cuñado y su hermano cortan, pesan y despachan y a la careta te fachan como todo buen cubano.
A la sombrita es mejor, allí se ponen los viejos que entre chismes y consejos dan nacimiento al rumor. También está el jodedor que da chucho sin parar. Y el curda va a refrescar su fuega allí en ese ambiente compartiéndole a la gente por qué no fue a trabajar.
Se aparece el manganzón como Plan Jaba y se cuela e impedidos con la muela sin prótesis, ni bastón. Casi siempre hay fajazón pero al rato se controla. Cada cubano se inmola lleva en su estirpe el marcar aunque no vaya a alcanzar lo importante es hacer cola.