A este amigo conocí
una tarde en el Silberto
tumbando cocos del huerto
donde el hambre combatí.
Hasta en Holguín compartí
con él mi vieja litera.
Y «botella» en carretera,
viajes, colas y camiones
fue mi yunta en vacaciones
de baile y de jodedera.
Salimos al Chapuzón
las noches de cubanía,
sin suerte, ni compañía
ni dinero para el ron.
Fue esa nuestra diversión
tan humilde y tan sencilla.
Y así, con la maravilla
de esta amistad que surgió,
desde ese tiempo quedó
dando chucho en mi pandilla.
Entusiasta, emprendedor,
de Conficuba el gerente,
es tremenda buena gente
y además un luchador.
Mi yunta compositor,
fue mi maestra su abuela.
Inteligente en la escuela
que la labia bien domina,
tanto que cuando opina
a veces da mucha muela.
Le pusimos Chamakito
allá en la universidad,
cuando en crisis de verdad
era importante un socito.
Hoy aquí lo felicito
con mi décima que abraza.
Y sabiendo que es escasa
la piernita para asar,
no se dejen engañar
ya él «tiene dos en su casa».
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