Por un mensaje Andresito
que mandó con un saludo
llegó al estadio y no pudo
ni jugar el muchachito.
Dijeron que fue un delito
en la Serie Nacional.
Que ese medio «no oficial»
era un clan de terroristas,
que raptaba a beisbolistas
de allí de la capital.
Qué pensaría Reynoso,
o hasta Higinio si viviera,
viendo tanta «apretadera»
o un acto tan vergonzoso.
Tan bonito y tan glorioso
que este deporte ha de ser.
Nadie hoy puede entender
el por qué a un deportista,
ni siquiera una entrevista
un socio le puede hacer.
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