-Tome mijo, veinte pesos,
pa que compre «durofrío».
Vaya a la esquina tendío
que le vendan muchos de esos.
Con lo que sobre, unos quesos
y unas barras de maní.
Y vuelva, lo espero aquí
con el vuelto, que es bastante,
no quiero ningún faltante
que mucha plata hay ahí.-
– Ay no me jodas mi tío,
veinte pesos no me alcanza,
ya con eso nadie avanza
¡veinticinco un durofío¡
No se ve en el barrio mío
nada que cueste barato.
No nos queda ni el retrato
de las meriendas de a peso,
estamos en retroceso
y embarcados hace rato.
Los merolicos te explican
que son leyes del mercado.
En Bayamo hasta el helado
si lo compras, te la aplican.
Sube el precio y justifican
que el culpable es el bloqueo.
Tú sabes lo que yo creo,
-y esta idea sí promete-,
mejor yo cojo el billete
y se lo llevo al museo.